viernes, 18 de julio de 2014

A whisper.

Aquella mañana, luego de despertar, se dirigió al baño, alzó la mirada y vió sus ojos enrojecidos por el llanto desconsolado de aquella madrugada. Entonces, otra gruesa lágrima rodó por su mejilla.

Aquel joven, apuesto pero destruido, contemplabla el ocaso acompañado del sonido del estrecho riachuelo que lo vió crecer, aquel que contempló sus primero errores, que le brindó la magia del primer beso, el cual, en su canto, le susurró los mejores consejos y el que lo acoge en sus momentos de melancolía, incluso ahora. El lugar estaba calmado, el riachuelo entonaba el canto sutil de siempre, las hojas de los árboles se mecian calmadamente con la brisa primaveral que rodeaba el ambiente; había decidido huir hacia aquel sitio, ya que sabría que allí, nadie, jamás lo podrían ver desmoronarse ante la realidad.

Sumido en el dolor de la perdida de aquel amor tan tortuoso, las preguntas y reproches le invadían la mente, fue así, como en el canto del riachuelo se confunde una voz, y el muchacho, indignado, pregunta: ¿como me encontraste?

Silencio. Acto seguido en el canto del riachuelo, aquella voz, casi como un susurro, dice:

-. ¿Por que sufres tan joven, si tan solo estás aprendiendo?

 y el muchacho, sorprendido, respondió:

-.   ¿Aprender? ¿yo? ¿Sobre que? ¿Si la vida me ha arrancado de las manos lo unico que me  instaba a mejorar cada día?, ¿Que se supone que debo aprender?, ¿Acaso mis brazos no fueron lo suficientemente fuertes para protejerla? ¿Acaso mis besos no fueron lo suficientemente dulces como ella deseaba? ¿Es que no le sostuve la mano cuando ella me necesitó?

a lo que el susurro contestó:

-. Calma, dale un respiro a tu corazon, después de algún tiempo aprenderás la diferencia entre dar la mano y socorrer a un alma, y aprenderás que amar no significa apoyarse, y que compañía no siempre significa seguridad.
Comenzarás a aprender que los besos no son contratos, ni regalos, ni promesas... como también comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y la mirada al frente, con la gracia de un niño y no con la tristeza de un adulto y aprenderás también a construir hoy todos tus caminos, porque el terreno de mañana es incierto para los proyectos y el futuro tiene la costumbre de caer en el vacío. Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas y aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma…

Una vez dicho esto, la voz se desvaneció hasta perderse nuevamente entre la brisa y el canto magico de aquel lugar.