miércoles, 23 de julio de 2025

Desde otra ciudad del tiempo


Hubo una época en que creí que había encontrado algo inmenso.

No porque lo hubiese vivido completamente, sino porque lo no vivido era tan potente como un recuerdo. A veces más.

Lo que no fue, lo que apenas rozamos, lo que solo imaginamos… Eso también deja marcas.

Y yo sostuve esa historia durante años, como si con solo imaginarla bastara.

La cuidé.

La alimenté.

La guardé en un rincón secreto del corazón donde el tiempo no avanza y nada envejece.


Durante un año, incluso, hablamos con palabras disfrazadas.

Con señales de humo, poemas compartidos en silencio, era encontrar una aguja en un pajar.

Fue todo tan nuestro,

tan fuera del mundo,

que parecía eterno.


Hoy miro ese capítulo desde otro lugar.

No hay rencor.

Tampoco romanticismo ciego.

Solo una nostalgia suave, como una canción que te acompaña sin interrumpirte.

Porque lo que hubo, aunque breve y difuso, también fue amor..

Amor en el deseo no cumplido.

Amor no correspondido.


Y aunque ya no lo quiero de vuelta,

a veces vuelvo a visitarlo.

Solo para decir: esto existió.

Esto me transformó.



Lamento que haya días de soledad.

Es cierto: hay un rechazo.

No hacia el recuerdo, ni hacia lo que fuimos,

sino hacia ese modo de relación que ya no me abriga.

Crecimos,

y en ese crecimiento también nos desconocimos.

Ya no hablamos el mismo idioma.

O quizás, ya no queremos hacer el esfuerzo.


Nuestras burbujas fueron lugares hermosos.

Ahí viven las promesas, los pactos eternos de sincronía, las carcajadas, las noches en vela,

las palabras escritas a medias,

los mensajes que nunca llegaron,

las frases que decían más de lo que podían permitirse.


Y aunque a veces quisiera volver ahí sin culpa,

disfrutar de ese espacio detenido como si el tiempo no importara,

no puedo.

No puedo porque ya no me habita la misma piel.

Porque tengo otras certezas, otras lealtades.



Quizás de eso se trata ese rechazo sutil.

De reconocer que esa historia fue fuego,

pero un fuego que se alimentaba de la incertidumbre.

Y ya no me alcanza eso.


Además, seamos honestos:

Nunca fuiste claro.

Siempre hubo una capa oculta, ¿qué es lo que tanto se asusta?


Una estrategia.

Una sombra detrás del gesto.

Siempre has jugado a la segura, no quiero más insinuaciones que se agotan en el misterio.


A veces siento, también, que me soltaste.

Y quizás lo hiciste bien: me diste espacio.

Respetaste mis silencios, mis manías, incluso mis durezas.

Yo lo sé.

Sé que no siempre fui amable,

sé que fui esquiva, impaciente, punzante.

Pero no fue por desinterés.

Fue porque no sabía qué hacer con todo esto,

con todo eso que me remueve.


Creo que nuestras burbujas pueden seguir existiendo,

pero solo si hay verdad.

Más riesgo.

Más claridad.

Más de todo lo que se evitó.

Ya no basta con intuir.

Hace falta decir.

Nombrar.

Exponer lo que siempre se quiso esconder.


Yo también extraño a veces.

Extraño esa atmósfera.

Ese aire suspendido.

Esa ciudad secreta, terminales de buses, conciertos no escuchados, promesas en un rozar de labios.

Esa ciudad donde todo era posible.

Pero ya no puedo quedarme ahí.

Y quizás, en el fondo, nunca pertenecí ahí.


3 comentarios:

  1. Anónimo7/23/2025

    ¿Cuánta verdad quieres?
    A veces creía que era experto en verdades a medias, pero siento que mucha puede ser cruel, y muy poca un sinsentido, al final todo es perspectiva, y en este caso, recuerdos.
    Siempre fuiste eso para mí: riesgo. Representabas lo prohibido. Cuando estaba permitido no era lo mismo, y creo que tú también lo notaste.
    Si crecimos, y con ello hemos cambiado, han habido nuevas certezas y lealtades, y lo nuestro era la incertidumbre.
    ¿Qué puedo ofrecer si no es misterio?
    No quiero que lamentes mi soledad, estoy aprendiendo a quererla.
    ¿Qué exactamente quieres nombrar y exponer?
    A veces pienso que si quitamos el velo de lo incierto no quedaría nada, como quitar la sábana a un fantasma, tal vez sería como reventar la burbuja que contiene a todas las otras.
    Tardé un año exacto, me gusta pensar que fue al azar.
    El cariño que hubo fue enorme, los recuerdos a veces están teñidos de fantasía, otras simplemente se conservan tan hermosos como fueron. Furtivos, efímeros, inefables.
    No tengo muchas más palabras, me gusta leernos aquí, a lo lejos y con nostalgia, para recordar que fui joven, confuso, pero siempre apasionado. Espero nunca dejar de serlo.



    ResponderEliminar
  2. Anónimo7/23/2025

    Hay un juego eterno que nunca logramos entender donde comenzaba y donde acababa. ¿Verdad? No. Claridad.
    Yo serpiente, yo manzana, yo veneno. Tu? Fantasmagórico velo de lo incierto.Platonicos porque esa última vez, prometimos(?) cosas que nunca llegaron a ser.
    Que pasará con esta historia una vez que uno trasciende? Quizás somos esas almas que en otras vidas se juraron algo y deambulan hasta que en alguna línea temporal se encuentran? O este juego es eterno? Que ganas de saberlo.
    Y que opinamos de los silencios? De las actitudes amargas? Siento que te debo una disculpa. Pero mejor hecha, no así, no aquí.
    Por qué me alejé? Solo puedo decir que fueron motivaciones únicamente mías, jamás hubo otra cosa.
    Hubo celos entre medio, si, pero no de quien tú crees que fueron. Eso jamás ha sido un problema.
    O quizás, ese es mi problema, entre tanta libertad, me dio miedo perder el norte.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo8/03/2025

    Claridad, no verdad
    Me cuesta ver la diferencia.
    Yo creo que el juego es eterno, es como perder.
    No me debes nada. Recibir disculpas no es lo mío. Tocó masticar la amargura o indiferencia sin más, tampoco he sido el más considerado, así que estamos a mano.

    Para ser claro, no estoy seguro de nada. Algunas veces pienso que encarnaste una utopía, otras que simplemente quise algo de tí que estuvo en mi imaginación, pero que nunca hubiese logrado ser como lo imaginé.

    Fuimos creciendo y cambiando, física y mentalmente, y ya nada es lo mismo. Hoy incluso me siento visita en la zona lacustre y en los ríos. Quizá porque se supone que un hogar lo componen las personas que están en él, y no sé, ya no me alcanza la nostalgia.

    No recuerdo promesas, lo cierto es que siempre evito prometer, los siempre y los nunca no suelen ser parte de mi vocabulario, y no es por miedo, sino porque mi terreno es la incertidumbre, a veces es dolorosa pero creo que, irónicamente, es más segura. La única certeza de la vida es la muerte, aunque algunos digan que ni eso existe, porque todo se transforma.

    Las almas bailan en la eternidad, se rozan entre ellas, una y otra vez, a veces sacan chispas de intensidad, otras simplemente se mezclan en calma y atraviesan unas a otras.

    Creo que poco a poco aprendo a encontrar la tranquilidad en mi, espero que sin llegar a apagarme, pero cada vez me cuesta más compartir mi fuego sin quemar a nadie.

    Recuerdos o fantasías hubo muchas, burbujas que se reventaron, y algunas que aún podemos hacer aparecer.



    ResponderEliminar